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Segunda movilidad del proyecto Erasmus+: Bruselas

 

 

 

De vuelta de nuestra segunda movilidad, es hora de sacar conclusiones y analizar la experiencia.

Para poner en contexto a los lectores, recordar que andamos metidos en el proyecto Erasmus+, financiado con fondos europeos y que permite compartir experiencias educativas con otros centros de toda Europa. Pues bien, dentro de ese proyecto, hemos realizado hace poco (entre el 21 y el 28 del pasado mes de marzo) nuestra segunda movilidad. En esta ocasión fuimos también dos compañeros los que viajamos, Alex y David.

Después del primer desplazamiento a Holanda esta vez nos marchamos a Bruselas; allí fuimos fraternalmente acogidos por el equipo de Brusselleer, el centro con el que habíamos contactado previamente. En este caso no se trataba de una escuela de adultos al uso, si no de una asociación sostenida con fondos estatales provenientes de la región flamenca del país, y cuyo objetivo es la extensión del uso del idioma holandés (lengua oficial en Bélgica, junto con el francés). Ellos se encargan de la enseñanza de holandés con aquellos alumnos que tienen un nivel de conocimientos más limitado de dicho lenguaje.

Ya sobre el terreno pudimos comprobar que algunas de las funciones que aquí en España realizan directamente las escuelas de adultos, allí las llevan a cabo asociaciones de muy variado perfil, eso sí, con un nivel de coordinación y organización envidiable.

Tuvimos la ocasión de asistir clases de holandés de diferentes niveles, donde comprobamos algunos recursos que usan para ayudar a sus alumnos en el aprendizaje del holandés; también pudimos acudir a clases de informática o nuevas tecnologías para gente mayor.

Otro tipo de formación del que fuimos testigos y que nos pareció muy interesante fue el que llevan a cabo en las propias cafeterías/restaurantes de los edificios de las sedes de la asociación. Este proyecto consiste en formar a extranjeros recién llegados enseñándoles un oficio (en este caso el relacionado con la cocina y la restauración, pero también trabajan en otros sectores como por ejemplo el de la construcción), pensando en su futura incorporación al mundo laboral. Al mismo tiempo que aprenden el oficio, los alumnos van aprendiendo también el idioma, con las ventajas de que todo el vocabulario esta contextualizado, lo que facilita bastante el aprendizaje, y de que lo aprenden en un entorno real.

Desde nuestra experiencia personal en el CPEPA Cuenca Minera, trabajando en núcleos con poblaciones reducidas, nos llamó la atención el volumen de alumnado que pueden llegar a atender asociaciones como Brusselleer. Para que os hagáis una idea, la asociación que se encarga de la primera toma de contacto con los inmigrantes que acuden para aprender el idioma, les realiza una prueba de conocimientos y los envía a una u otra asociación (entre ellas está Brusselleer) dio servicio en el año 2016 a un total de casi 15000 personas. Por supuesto no es comparable la realidad de una gran capital europea con la de un entorno rural en una de las regiones más despobladas de España como es el nuestro, pero nos gustó ser conocedores de un contraste tan marcado entre dos realidades educativas diferentes.

También pudimos reunirnos con Wouter, el encargado de explicarnos cómo funciona Fedos, otra asociación encargada de ofertar cursos de nuevas tecnologías para la tercera edad, y visitar las instalaciones de Aroma, una de las muchas asociaciones que trabaja con Brusselleer.

Como podéis comprobar, el trabajo a través de las asociaciones está allí totalmente establecido, y realizan una función social muy completa que alcanza a una parte importante de la población.

 

Nos gustaría destacar la gran implicación de los compañeros de Brusselleer, en especial de Els, que fue quién coordinó nuestra visita y fue en todo momento la mano amiga a quien pedir ayuda en caso de necesidad. Nos encantó comprobar de primera mano el buen ambiente de trabajo y compañerismo que tienen allí, y fue un placer catar con ellos algunas de las buenas marcas de cerveza que tienen en Bruselas, disfrutando de una apacible y soleada tarde de terrazas.