I semana cultural

 

Durante los días 4 al 8 de Mayo de 2009 celebramos la I Semana Cultural C.P.E.P.A. Cuenca Minera, estamos muy satisfechos por la enorme participación en todos los actos, en los concursos de fotografía y relatos breves y… ¡¡¡qué bien lo pasamos el Viernes con la marcha senderista, la comida y los juegos!!!.

¡¡¡Una semana a tope!!! Ésta fue la programación de actos durante la semana cultural (4 al 8 de Mayo de 2009)

Cartel I semana cultural cpepa cuenca minera

(La obra de teatro fue a cargo de Jaime Ocaña en «Yo los maté, evidentemente»

Video que peparó nuestra compañera Azucena con las imágenes de la I Semana Cultural

 www.Tu.tv

Ganadoras/es de los concursos de fotografía y relatos breves (Todas/os las/as ganadoras/es son primer premio)

CONCURSO DE FOTOGRAFÍA

Premio del I concurso de fotografía

La fotografía superior tiene por título La fonda, la fotografía inferior se titula La matacía

Premio del I concurso de fotografía

LAS DOS SOBRE ÉSTAS LETRAS FUERON PREMIOS OTORGADOS POR EL JURADO

LA QUE HAY BAJO ÉSTAS LÍNEAS ES PREMIO POR VOTACIÓN POPULAR

Premio del I concurso de fotografía

Título: Verano

GANADOR@S CONCURSO DE RELATOS BREVES

  Sol

Es una niña del pueblo que le gustaba jugar con los niños. Estaban todos juntos jugando y muy bien y unidos jugábamos a muchas cosas que había mucha  gente en el pueblo y venia gente  de afuera.   

La niña se llamaba Sol sus padres les puso Sol por que le venia una imagen en ese momento a los dos padres contentos los padres de ella  y sus padres están muy orgullosos de ella de su chica, su padre estaba trabajado para las dos  su mujer su hija.

La niña se levantaba para ir al colegio y ha estudiar no le gustaba mucho el colegio le gustaba jugar y nos íbamos al campo con  los amigos, y los padres y todos juntos.

Un día con la madrina íbamos al corral nos caímos y se hizo daño la niña y se saco el brazo y la madrina se lo puso a la niña en su sitio.

Pasaron los años para esa niña se  hizo  mujer. Esa mujer cuidaba a sus padres  por que estaban  enfermos los dos, esa muy mujer esta  orgullosa  de sus padres por todo y feliz por tenerlos.                                                          

 Bruja

 RECORDANDO

  Nacimos en este pueblo, pequeño pero bonito,

los dos de casa muy pobres y solamente dos niños.

Teníamos 14 años, éramos grandes amigos,

con amistad inocente en esos tiempos perdidos.

Así estábamos felices, ingenuos mas divertidos,

con paseos por el campo de mi pueblo tan querido.

Los paisajes tan hermosos que jamás los olvido,

mas los bailes en los patio que nos hacía un amigo.

Fueron pasando tres años y todos ya mas crecidos,

nos íbamos separando cada uno por su sitio.

Las chicas a la ciudad a servir en una casa,

los muchachos en la mina aunque no les entusiasma.

Jorge y yo nos separamos con una pena en el alma,

mas los dos nos prometimos escribirnos muchas cartas.

Aquel pacto lo sellamos con suave beso en la boca,

lo cumplimos al principio, contándonos nuestras cosas.

Yo vivía ilusionada,pensando que para fiestas

 yo volviera al pueblo, allí el ya me esperaba,

sin olvidar aquel beso sutil que rozo mi cara,

creyendo que igual que yo, solo en nosotros pensaba.

Los días pasaban lentos, decrecen mis esperanzas,

Sus cartas que se demoran, ya no llegan tan hermosas.

Se lo comento y contesta, el trabajo tiempo no le dejaba,

en mi corazón crecía rauda la desconfianza.

Transcurren dos largo años, las cartas ya no llegaban,

en la última que recibo me dice ¡esto se acaba!

Con el alma dolorida viajo al pueblo esa semana,

Me cuentan que hace un año a otra chica rondaba.

Paso días en el pueblo más no lo puedo encontrar,

quiero que una explicación sincera me pueda dar.

Sin embargo yo comprendo, el me pretende esquivar,

no hay agallas suficientes para mis ojos mirar.

Triste, sola, dolorida, regreso a la ciudad,

a mi vida monótona alejada de mi hogar,

reflexionando mi vida para volver a empezar,

pero son sueños ilusos que me vuelvan a dañar.

Doy gracias a mis amigas que me intentan ayudar,

para olvidar la quimera que vivía en la pubertad.

Mas yo no encuentro sosiego para mi dolor calmar,

espero pasado el tiempo me pueda tranquilizar,

encontrar un hombre bueno que me logre enamorar

y llegar a tener hijos, a quien poder relatar,

lo que había sufrido pero me hizo madurar.

Comprendan que algunos sueños no se cumplirán jamás,

mas la vida te da cosas que también te hacen gozar.

Quisiera volver un día a mi añorado lugar,

que tus raíces, ¡Dónde naces! No se debén olvidar.

Cuando seamos mayores me lo llegara a encontrar,

mirarlo y poder decirle con toda tranquilidad,

Hola Jorge ¿te recuerdas? Yo soy Maria del Mar.

QUIMERA

 La cuentista

Llevas horas sentada ante el ventanal con la mirada perdida en el horizonte. Sobre la mesa el papel en blanco espera desafiante a cubrirse de heridas. Empieza a escribir algo, lo que sea, verás que poco a poco las ideas acuden, que poco a poco se va desenredando el ovillo. Aunque la mañana te invita a dejar volar la imaginación, el sol entra  a raudales y los pájaros entonan una sinfonía, no consigues hilar ni una sola línea. Hay un concurso de cuentos y ahí estás, dejándote invadir por la cursilería y la galbana primaveral. La vista que tienes delante es perfecta: campos de cultivo, cuadros cubistas, un lienzo en el que el hombre y la naturaleza van imprimiendo sus pinceladas. Te gusta contemplar cómo cada día cambia el cuadro, primero un esbozo de perfectas líneas, a veces la lluvia pinta de oscuro la tierra recién labrada, poco a poco aparecen brochazos de tonos verdes imposibles, luego notas de color, después los ocres son los que ganan la batalla y entonces el artista vuelve a comenzar una y otra vez. Armonía solo rota por una pequeña parcela yerma. La vida rodeando a la muerte. Te preguntas por qué se deja año tras año ese trozo sin labrar cuando todo alrededor está cultivado. Muchas veces le has visto contemplándolo, de pie, fumando, mientras descansaba del trabajo. Imaginas historias de amores, de celos, de desencuentros, y terminas por creerte tus propias fantasías. Seguro que oculta algo oscuro y terrible. Un cadáver. La muerte, obsesión de muchos escritores. Quieres cambiar el tema porque no te gustaría parecer una de esas cuentistas con fama de perturbadas, aunque te repites una y mil veces que la muerte está tan llena de vida, de todas esas vidas que se lleva tras de sí. Entonces hablarás de vida, de vidas truncadas.

Hace años que desapareció del pueblo una mujer sin dejar rastro. Durante un tiempo se le buscó por todos los rincones. Nunca hubo noticias, nunca se supo nada más de ella. Ahí tienes el hilo de dónde tirar. Un misterio nunca resuelto. Cuántas conjeturas se hicieron, cuánto se habló y cuánto se calló… Ya tienes la historia, ahora te falta el desenlace. Tienes que hacer que el cuerpo aparezca para poder resolver el caso.  Una riada, sí eso, el río que corre entre los campos se desborda, erosiona el terreno y saca el cuerpo a la superficie. Perfecto.

Te pones a escribir frenéticamente, en un estado de ansiedad que te embota el cerebro, las palabras no acuden cuando se necesitan. Un párrafo, dos. Es mejor dejarlo por un tiempo, que repose. Mientras tanto una caminata puede venirte bien, visitas el campo yermo. Remueves la tierra con el pie. Alguien te saluda a tus espaldas. Te sobresaltas. “Buenas tardes, hace un buen día para pasear” consigues decir con voz entrecortada. Os miráis a los ojos y tu mirada acusadora se cruza con su mirada culpable. Te vas, intentas no acelerar el paso, que no sospeche que lo sabes todo, que estás a punto de  revelar el secreto. La realidad empieza a confundirse con lo imaginario, cuando llegas a este punto ya no puedes escapar. Tienes que terminar el relato, vomitar todo antes de que te ahogues. Muchas veces te has preguntado por qué sigues escribiendo y muchas más veces te has intentado dar una respuesta que nunca es satisfactoria. La verdad es que no hay una respuesta, sólo hay muchas preguntas.

Ya está, por fin has terminado el cuento. Se lo das a tu madre para que lo lea. Ni siquiera se sienta, de pie hojea rápidamente las tres páginas, te mira a los ojos como sólo saben mirar las madres y te dice: “¿Puedes poner la mesa? “

Te presentas al concurso,  hay relatos mejores. Los cuentos quedan  expuestos para que el público los lea pero el tuyo atrae la atención, se vuelve a hablar de la desaparición, has despertado los recuerdos y también puedes despertar a los demonios. Comentarios. Cuchicheos.

Vuelves a casa mientras sientes el inquietante abrazo de la noche. Caminas con paso nervioso y miras de reojo hacia los rincones oscuros de la calle, desierta, amenazadora. Siempre fuiste muy miedosa y has sentido muchas veces ese terror paralizante en el que te sumergen tus delirios, hoy no tenía por qué ser diferente. Un golpe seco por la espalda. El calor húmedo de la sangre y después ese  sabor a tierra y estiércol que te acompañará eternamente.

Ahora hay un campo con dos pequeñas parcelas yermas.

 Ana  Valero Quílez

Montalbán, abril de 2009